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POESÍA DESAMOROSA

DE CAMPECHE

Inosente Alcudia



HOY VI MI FOTO EN EL DIARIO

hoy vi mi foto en el diario y sé que ése es el otro
el que no aprende a llorar y siempre busca
el que supone que la noche tiene estrellas y oscuridad

     como en una vulgar deducción nerudiana
el de la risa los adeudos al entusiasmo
atrás estoy yo
hasta atrás de tu amor tu ausencia tu nombre de ópera

     y lamentos
amorosamente débil para resistirte
ajeno a la ternura que apalea la tarde
como un poste de teléfono
queriendo escuchar la palabra amor y a bob marley

     y a las ranas que inician el destierro en tus caderas
como una marimba afónica de pájaros y serpientes
éste soy yo
la urgencia por amarte con amor de elefante viejo
con amor reiterado y de una vez antes que se acabe
antes que se quiebre la ventana que aprisiona al mundo
antes que él el de la foto te arranque los labios y la mirada
y calle mis manos y mis palabras y el viento se canse

     de no maldecir de no golpear la quijada de buey

     al entusiasmo innombrable
encabronadamente bella mujer
hoy vi mi foto en el diario y sentí polvo en las entrañas
y el viento que dejan los pájaros cuando les amanece el hambre
él quizás no lo sabe
él quizás piensa que soy un sueño su inquietud
su congelado deseo de amar como un desquiciado que apuesta

     la vida en serenatas
o una lágrima que molesta y va al insomnio
y disfraza su silencio
y te desnuda como a una mandarina de sexo amargo
y guarda tu esqueleto de flor pálida
y otra vez tu ausencia de náufrago y cometa
y otra vez yo a contenerte en estas palabras que él desconoce

De: Entre notas marginales (Mantis Editores / Selo Sebastiao Grifo,

Guadalajara/Sao Paulo, 2010).





Raúl Blanqueto



JURAR

Juré no recordarte en la luna, te nombré como se nombra en el periódico la muerte del de a lado, te esperé como esperan las horas al tiempo y te descubrí como niño, un cuento de hadas. Te juré, juré en tu nombre y te nombré en la vuelta de la esquina, en el cambio de alas te soñé más no valió la pena. Te disfracé como se disfraza el horror con un momento de calma y eso bastó para jurar no recordarte en mi luna y no nombrarte. Pero ya ves, te espero como el tiempo espera las horas, como el escalofrío de fiebre que no deja.

Recordarás

Recordarás las calles sucias, las avenidas, las noches de malecón, el andar por los parques, la gente y los pordioseros, la brisa de verano, la tristeza de enero. El cine esconderá lo que sabemos.
Recordaré las noches de insomnio –los desvelos–, el cigarro en la mano y el faro en el puerto, el perfume, ese almizcleño olor que nos llamaba a estar en celo, las voces, las manos juntas y las travesías, la guerra contra la mentira, las derrotas del sueño.

Verdad

Es verdad, en esta época quién no puede ser un desconocido, por lo menos quién no puede entretenerse jugando con barcos de papel y hundirse en el fango, quién no puede extraviar el ánimo cuando se vuelve del viaje, sentarse un minuto a escribir un poema, soñar con la libélula que nos habla y saludar a Satanás.
Es verdad, en esta época cuesta recordar los nombres, los años se tienden, nos hieren y nuestras naves envían mensajes. Al final sólo se puede mentir, ese es el fundamento, inventar palabras para olvidarnos y mantener el silencio de los nombres.

(De: Mantener en silencio los nombres, inédito)




Marco Celis Saavedra



SE HACE MÁS OSCURO QUE LAS ENCRUCIJADAS DE LA MUERTE
(FRAGMENTO)

14

Muro que nada cubre entre dos ausencias levantado,
existe o yace entre sus ruinas
al paso de nadie.
             A medianoche se lamenta
de las horas deshechas,
de los seres que el instante desgasta.
             Mediocomido,
suma las manchas de su imagen,
prisión que se hace polvo.

29

                           Colecciona el vacío
Recorriendo las manos sobre muebles y objetos,
Escucha bajo la noche este viento
Veteado de árboles,
cementerio donde los nombres
son masticados por el silencio,
yerba sombría que nos crece en los ojos
Tal vez con un filo de clamor
                         en los dientes.
El mundo suena en los labios
                         igual que la lluvia.

(En Lápida de los naufragios; UAC, Campeche, México 2000)

Fausta Gantús


CRUCIFÍCATE AMOR ENTRE MIS SÁBANAS
(FRAGMENTO)

X

Cuando hasta los recuerdos se olvidan

sólo queda
la vastedad del mar

las cicatrices...

Fugitivo

El largo tiempo olvida
quienes somos
                        en que piel fuimos

Los besos se multiplican
se lleva un récord sin constancia

En qué aguas navegamos
el futuro
los años que se clavan en el cuerpo

En cada orgasmo
                           cada anhelo
el rostro desdibujado en la memoria
                           el calor de una noche
devastará mi vida

me muerde la ansiedad
de encontrarte de nuevo

En qué abrazo eres
lo que fuiste en el mío


(De: Crucifícate amor entre mis sábanas, UAC, Campeche, México 1996)




Guillermo García Guzmán (+)


VOCES DEL BAÚL
(FRAGMENTO)



Mi cuarto es un baúl en el que coloco mis ahorros
y mi soledad. En mis ojos llevo un sueño apagado;
un olivo que espera al viento y al amanecer.

Tahar Ben Jelloun


Me hablas en el viento de la noche, me hablas desde otro mar, desde un sitio que conozco por tus palabras, por tu edad de cuarto menguante. Pero esta noche hay vampiros volando alrededor de mi casa, hay árboles gimiendo, hay máscaras tiradas a media calle. Oigo tu voz lejana, tu despedida. Es el día que me cerca como una jaula, que no me permite oírte, que no me permite mirarte. Pero esta noche los gatos maúllan como buscando fantasmas debajo de la mesa.

(...)


Ahora recuerdo tus lágrimas llenas de tiempo derrotado, de rutina cansada y gris como el cielo plomizo que mata a los pájaros. Ahora recuerdo tu voz como un río lleno de peces, lleno de oraciones, lleno de capítulos tristes como las historias que iban gastando tu vista.

 

(...)

¿Cuántas cosas no logramos entender nunca? ¿Cuántas cosas están en nosotros sin siquiera imaginarlas? El mundo indiferente ha dejado en el olvido a los muertos mientras las luces de neón invitan a comprar un poco de sombra para el corazón. El viento anuncia la lluvia, trae un poco de polvo disperso entre tus palabras. Te he seguido desde muchas noches, te he llamado a través de largas calles de humo y de papel, he roto espejos para ver si no estás a sus espaldas. Pero el tiempo implacable me ha venido amenazando, me ha callado la boca cuando necesitaba gritar, me ha puesto vidrios rotos sobre mis pies desnudos sin que detenga los pasos.

(De: Árboles postrados al invierno, Fondo Editorial Tierra Adentro, México D.F. 1997)

Roberto Pacheco


LA NOCHE BORRA TU ROSTRO
(FRAGMENTO
)

Entre las sombras que te anegan
otro rostro amanece.
Octavio Paz

Quise que no me vieran
que nadie conociera de mi existencia
he llegado a la conclusión
de que me gusta hablar a solas
por eso no tengo espejos en la casa
mi sangre sigue en tus pupilas
ahí el canto
ahí el beso
el incensario
mi encuentro con la noche


Canto de cuervo
(fragmento)


El cuervo de esta noche
Tiene un canto de luna solitaria

(De: Punta de selva, Ayuntamiento de Campeche, Campeche México 1992)


Gustavo Ramos


ALIENTO CERCADO


 

Por la rabia que destilan las heridas
mastico mis ansias, perpetro desvelos

La vida es un grito
en el solemne transcurrir de ciertas plazas

Y es que tengo coagulada el alma
cercado el aliento con grillos nocturnos
quién dirá de esta íntima agonía
quién vendrá a cantar hosannas en el suelo
quién sabrá de tus amores de artificios
mujer, no comprendes todavía y lo lamento
que aunque mis manos sólo saben recorrerte
también cantan en la cerca de mi aliento

(En: Poesía actual de Campeche, Radamés Novelo Zavala, Ed. Rosa Náutica, Ciudad del Carmen 1990)

Renato Sales Heredia



EJECUTORIAS
(FRAGMENTO)

Un hombre sabe ser una isla,
a veces,
le duele saber
que sabe
que estar solo
nada remedia,
que no hay tiempo
y sí,
mucho miedo
y pocas luces.
Se parte los huesos
los recuerdos,
a su imagen
y también a su semejanza,
pretende imaginar,
dice:
Todo es lo que inventamos,
el mundo, las hormigas,
todos son lo que inventamos
pretende no pretender
se confunde
llora, se quema
en una mirada
que si bien dijo amar,
amar no es todo
y saben los puentes
las cenizas,
las escoltas
las letras de cambio
y los que nunca llegan,
los que dicen:
nada remedia, a veces,
saber que el hombre
sabe ser una isla.



(De: Ejecutorias, Ayuntamiento de Campeche, Campeche, México 1994)




Fernando Sánchez Mayans


MÍNIMO EXCESO


     ¡Cuando
estás
conmigo
añoro
tu
presencia!

 

(De: La palabra callada, Plaza y Valdez Editores, México 1988)

Editorial / Presentación

¿A dónde va el amor ​

cuando se olvida?

I. Libro de buen amor

 

Corría el siglo XIV después de Jesucristo, cuando un libro –originalmente un manuscrito que no fuera sino hasta el siglo XVIII que vio la luz de modo impreso– irrumpió en la Europa –madre de tantas cruzas, entre amores y desamores, de razas y credos–: el Libro de buen amor, de Juan Ruiz, Arcipreste de Hita, de cuyo nombre y contenido tomo la idea para compilar este grupo de poemas, de autores varios, todos ellos nacidos, vividos o de algún modo u otro vinculados con Campeche, en un breve volumen al que puse, bien por contraparte, bien por continuidad irónica, de aquel texto de nuestro referido poeta, titulé originalmente Cuaderno de mal amor y hoy se publica en edición especial de Revista Morbo como Poesía desamorosa de Campeche.
Presento de tal manera esta compilación –acaso caprichosa, acaso puramente emotiva–, porque inmediatamente quiero, aun de modo somero, abordar el tema que da pie a este cuaderno: el amor, o el mal amor, o el desamor, o el buen amor que, si bien ambiguo el asunto –tal como sucediese en el manuscrito del Arcipreste–, pienso que se trata de un material que, a más de un lector, inquietará y le hará, cuando menos, balbucir conformidad, inconformidad, placer, fobia... o qué se yo.
Digo somero porque, a estas alturas, temas como el amor, o el desamor, han sido tan abordados en distintos géneros y por tantos autores y autoras que resultaría, quizás, redundante pero, ya que se trata de entrar en materia, sobre todo esbozar las razones de este cuaderno. Abundemos pues...



II. Pregunta vieja, vieja respuesta

 

¿A dónde va el amor cuando se olvida?, inquiere Luis Cernuda en uno de sus poemas de Los placeres prohibidos. No aquel a quien hicieras la pregunta es quien hoy te responde, nos dice el mismo poeta que plantea esta dolorosa pero cierta realidad. Y es que, en efecto, es tan antiguo el amor, pero, como el bien y el mal son dos gotas de agua, así el “buen” y el “mal amor”, pueden ser una sola y misma cosa, dividida por delgadas membranas que, la mayoría de veces, confundimos.
Pregunta vieja, vieja respuesta, insiste el poeta pues, expone, si muere el amor, no queda libre / el hombre del amor: queda su sombra* e incluso queda en pie la lujuria  (en un terreno más cercano, Eduardo Lizalde nos dijo que la luz no muere sola / arrastra a su paso todo lo que toca / así el amor). De esta sombra, o a esta sombra, hablan los poemas aquí reunidos y, en otros casos, dentro de este mismo volumen, se cuestiona el tema del amor, se argumenta su ausencia dentro del cuerpo general de la literatura contemporánea que, sin embargo, sí desarrolla el tema del desamor, muy por encima del amor. Mucho tiene que ver en esto la vida de la gente que hoy camina o deja de caminar las ciudades y los pueblos, los montes y los valles.
Pese a su antigüedad, el amor/desamor, temas paralelos, siguen vigentes en todos las formas literarias, no nada más la poética. No obstante, hay que reconocer una observación de Octavio Paz en torno al desarrollo de la poesía de tema amoroso a fines del siglo XX, ya que, señaló, se estaba dando una preferencia por la poesía erótica.
Particularmente en México, el amor ha adquirido una segunda forma, la de ese mal amor que ocasiona tanta desdicha a quien canta en el poema o en la canción popular.
La tradición “amorosa” mexicana, por llamarle de algún modo, viene de una poesía española que, como sucede en el caso del propio Arcipreste de Hita, contiene mezcla del mozárabe, la épica medieval e inclusive de la antigua y clásica ironía latina.
El amor es, así, una cruza poética, paradójica, de pasión-desamor, solemnidad-ironía, gozo-dolor. Es amor y es desamor.
El propio Arcipreste advierte en el prólogo a uno de sus manuscritos: yo, en mi poca sabiduría y mucha y gran ignorancia, comprendiendo cuántos bienes hace perder el loco amor del mundo al alma y al cuerpo, y los muchos males a que los inclina y conduce, escogiendo y queriendo con buena voluntad la salvación y gloria del Paraíso para mi alma, hice este pequeño escrito en muestra de bien, y compuse este nuevo libro en el que hay escritas algunas mañas, maestrías y sutilezas engañosas del loco amor del mundo, del que se sirven algunas personas para pecar (...)
No obstante, esa pretendida bondad, con la cual el poeta quiere salvarse, aclara, a un mismo tiempo, que tan buen amor es aquel que respeta los mandatos divinos, como el que lo desobedece a sabiendas del sufrimiento que ese loco amor implica.
...Como es cosa humana el pecar, si algunos quisieran —no se lo aconsejo— servirse del loco amor, aquí hallarán algunas maneras para ello. Y así este mi libro bien puede decir a cada hombre o mujer, al cuerdo y al no cuerdo, tanto al que entienda el bien, elija la salvación y obre el bien amando a Dios, como al que prefiera el loco amor en el camino que recorra: <te daré entendimiento> (...)**
Ya en México, pues, Sor Juana nos deja tremendos textos relativos a ese amor/desamor, de esos sentimientos encontrados que suelen dar como resultado composiciones maravillosas que, a la fecha, se mantienen vigentes en buena parte de la colectividad. 
Es un amor dolido, un amor confuso, un mal amor, aquel al que autores y autoras mexicanas le escriben, le describen, le exhiben.
No en vano la Musa Décima versa: Con el favor y el desdén /
tenéis condición igual, / quejándoos, si os tratan mal, / burlándoos si os quieren bien. Pese a esa crítica, a esa divulgación del sentir humano, los poetas siguen sobre la trilla del camino y ella misma así lo decide y mantiene la temática. Reclama, confronta, sacude las buenas conciencias de hembras y machos, yendo directamente al grano, exhibiendo ese “amor loco”: ¿O cuál es de más culpar, / aunque cualquiera mal haga: / la que peca por la paga / o el que paga por pecar?
Sor Juana aclara, actualiza, borra la posible separación entre un buen amor y un mal amor; ambos van de la mano: Bien con muchas armas fundo / que lidia vuestra arrogancia, / pues en promesa e instancia juntáis diablo, carne y mundo (Redondillas).
Así antaño, ahora, no cambian del todo las cosas. La gente muere y nace, pero el amor, o su sombra, esa sombra de la que habla Cernuda, permanece. De tal modo sigue en pie el reconocimiento al dolor incluso voluntario, de matar, a la manera de Wilde tiempo más acá, lo que amamos porque lo demás jamás ha estado vivo. Entonces la poeta asume su culpa y devela eso que se ha mantenido como una práctica humana: Al que ingrato me deja, busco amante; / al que amante me sigue, dejo ingrata; / constante adoro a quien mi amor maltrata; / maltrato a quien mi amor busca constante. (Soneto)

III Encuentran alacranes bajo las sábanas

 

Bajando, cada vez más, de lo general a lo particular, en la lírica mexicana, cuando se trata del amor/desamor, o del buen-amor/mal-amor, es tradicional la actitud pesimista, como lo deja entrever Paz en El laberinto de la soledad –ese espléndido ensayo donde se aproxima a la cultura del mexicano–.
Habría que añadir, sobre todo en lo relativo a sus motivaciones, una presencia constante de la sensación de abandono, la soledad, la profunda melancolía. Todo esto se refleja, por consecuencia, no nada más en la vida cotidiana sino, además, en su arte, en su poesía, en esta poesía que cuando aborda la cuestión del amor, no puede hacer a un lado la otra cara de una misma moneda, el desamor. 
Huelga recordar la ironía amorosa en Novo: Yo sorprendí conversaciones / en que contaban que un hombre se la había robado / y luego, interrogando a las criadas, / averigüé que se la había llevado a un cuarto, o en este otro fragmento: No podemos abandonarnos, / nos aburrimos mucho juntos, / tenemos la misma edad, / gustos semejantes, / opiniones diversas por sistema. / Muchas horas, juntos, / apenas nos oíamos respirar / rumiando la misma paradoja; o el tratamiento que al asunto le da Elías Nandino, a ese amor oscuro –por prohibido– siempre tan difícil de retener, de ese objeto de deseo en términos freudianos, que no se deja poseer –en el entendido de los amantes posesivos–: ¿Por qué no soy yo tu boca / para besarme en el fuego / que despierta en mis labios, / y sentir que soy yo mismo / que se vierte en otro vaso? / ¿Por qué no vivo en tu vida / para sentir lo que siento, / en el fondo de tu pecho, / y mirar que te me acercas / como imagen del espejo?; quién no rememora a Sabines que lo mismo habla de gozo, como de dolor amoroso. ¿Quién está en desacuerdo con que los “amorosos”, como dice el chiapaneco, encuentran alacranes bajo las sábanas, o que sean locos, sólo locos, sin dios y sin diablo, o como dice Francisco Hernández,  amor / taja / dos.
Igualmente, en el terreno popular hay tantas canciones –jamás olvidadas por gente de todas las formaciones y clases– como las de José Alfredo Jiménez. O las interpretaciones de la mexicanizada Chabela Vargas y su voz, valga la paradoja, melódicamente aguardientosa. O el mismo Juan Gabriel. A muy pocos les importa, con unos cuantos tequilas encima –y aun sin éstos–, las tautologías de algunas de ellas, o la cursilería, o los clichés.
Los versos de esta canción, del cantante popular José Alfredo Jiménez, son ilustrativos: No vengo a pedirte amores / yo no quiero tu cariño, / si una vez te amé en la vida / no lo vuelvas a decir. / Me contaron tus amigos / que te encuentras muy solita / que maldices a tu suerte / porque piensas mucho en mí. / Es por eso que he venido / a reírme de tu pena / yo que a Dios le había pedido / que te hundiera más que a mí (...)
Ciertamente, puede ser un cliché, pero no podemos negar que existe una vigencia del amor, y más que de amor, de desamor, de un “malamor”.
Esta reunión pretende ser a un mismo tiempo homenaje y sátira, apología y detracción, afirmación y cuestionamiento, al amor. 
Dentro de estas páginas encontraremos en la voz de los autores incluidos distintas formas de mantener vigente el tema.
Así pues, quedemos en algo. Aquí, los poemas (que no necesariamente los poetas, sino esa voz anónima y autónoma en el poema, en la obra creada) dicen lo suyo de esa sombra que permanece cuando el amor se olvida; en otros casos dibujan su ausencia planteando culpas colectivas, responsabilizando al género humano y su barbarie civilizada, siendo este último el caso del fragmento de poema de Brígido Redondo, que aquí incluimos, y quien nos expone: ¿Quién es el insensato / que me pide que yo escriba una canción de amor...? / ahora que los hombres han perdido hasta la piel del perro / y que en el corazón / está, mordiéndose la cola la serpiente, / ahora que desde todos los ángulos / nos están disparando... / ¿hay alguien que aún quiera escuchar cantos de amor?
El amor/desamor también es memoria y olvido, como vemos en Mantener en silencio los nombres de Raúl Blanqueto: Es verdad, en esta época quién no puede ser un desconocido, por lo menos quién no puede entretenerse jugando con barcos de papel y hundirse en el fango, quién no puede extraviar el ánimo cuando se vuelve del viaje (…) Al final sólo se puede mentir, ese es el fundamento, inventar palabras para olvidarnos y mantener el silencio de los nombres.
Al amor también se le acusa de ser coleccionista de ausencias, como leemos en los versos de Marco Celis: Colecciona el vacío / Recorriendo las manos sobre muebles y objetos. Y entonces, Fausta Gantús, sentencia de tajo:  Cuando hasta los recuerdos se olvidan / sólo queda / la vastedad del mar
las cicatrices...
El amor/desamor es desesperada búsqueda. Lo vemos en los textos de Guillermo García: he roto espejos para ver si no estás a sus espaldas. Es alusión, representación animada, como en el poemínimo de Roberto Pacheco: El cuervo de esta noche / Tiene un canto de luna solitaria.
El tema despliega la libertad para contradecir a la tradición judeocristiana, como en este poema de Enrique Pino: Dios no hizo tan fácilmente a Eva del costado / del hombre. Debió ser la soledad / el silencio, la falta de palabras / de mar desembocando ríos.

IV Desenlace

 

Existen variaciones (más que divergencias) en el modo de tratar el poema amoroso –o desamoroso– desde los autores más antiguos hasta los contemporáneos, desde los más apasionados al desarrollar el tema, hasta los más mesurados y cuidadosos de la forma. De hecho, la propia Safo, que mucho poetizó de lo que ahora nos ocupa, cuidó bien de no desbocarse y procuró un dominio formal sorprendente; la misma Sor Juana, si bien apasionada, aun contraponiéndose (en el terreno poético) a las actitudes morales de su época, al momento de vaciar las pasiones al papel, supo distinguir entre el fervor y el dominio del oficio literario, dejándonos, como de sobra muchos han subrayado, auténticos modelos de buena poesía. 
En el ámbito de la literatura contemporánea, dentro de todos los géneros, el tema que ahora nos ocupa ha ocupado algunas páginas de distintos autores aunque ha sido, en el terreno poético, donde más ha encontrado difusores.
Si bien los poetas mexicanos adjudicados históricamente al siglo XX, específicamente abordaron el amor y el desamor, con mucho mayor libertad en el sentido de manifestar las emociones con menos prejuicios, los poetas adjudicados a fines de ese mismo siglo y al que nos toca vivir en estos momentos, el XXI, han tomado sus precauciones y la emotividad suele quedar, en su mayoría, por debajo de la técnica y sus correspondientes cuidados de la forma, buscando cuidar cualquier desbordamiento que pueda rayar, en términos simples, en la cursilería, el apasionamiento desmedido; en el mismo tenor podremos encontrar a aquellos y aquellas que, más allá de construir auténticas apologías versificadas al amor o al desamor, se mofan de él, lo ironizan en sus páginas.
Para concluir este documento de presentación, sólo me resta decir que nuestra reunión desamorosa quiere ser apenas un muestrario, de ninguna manera una antología de todo lo escrito sobre el tema o un minucioso estudio académico sino, por el contrario, dar al lector y lectora, una alternativa de recreo poético a partir de escritores campechanos o –como dije antes–, nacidos o vinculados de algún modo con Campeche aunque, aclaro, sin el menor afán localista.
De tal suerte que, con matices a ratos más, a ratos menos eróticos; a veces más obvios, a veces más sutiles, los poemas y fragmentos de poemas aquí aparecidos, mucho tienen que ver con aquello que nos dijera Sor Juana, bien con muchas armas fundo / que lidia vuestra arrogancia, / pues en promesa e instancia juntáis diablo, carne y mundo (Redondillas). De cualquier manera –insisto recurriendo a las palabras de Cernuda–: si muere el amor, no queda libre / el hombre del amor: queda su sombra. Entonces, no se sienta usted solo, hipocritalector, hay muchos que ríen y lloran, por los mismos males.

José Landa
Bahía de San Francisco de Campeche, primavera de 2004-otoño de 2011, Años de Dios.

____________________

 

* El subrayado es mío.
**Versión modernizada de José Antonio Serrano Segura.

FRAGMENTO DE LA SELECCIÓN ANTOLÓGICA

Como un callado puerto de oscuridad.
Milán Kundera

Soy como el viento que pasa,
soy como el viento que corre
alrededor de este mundo,
que anda entre muchos placeres
pero no es suyo ninguno.
(...)
Háblenme montes y valles,
grítenme piedras del campo,
cuándo habían visto en la vida,
amar como estoy amando,
querer como estoy queriendo,
morir como estoy muriendo.
Canción popular mexicana.

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